Es razonable cuestionar qué beneficios puede aportar la ética cívica a la
reflexión moral en América Latina y cómo se puede aplicar. En primer lugar, es
importante señalar que la sociedad latinoamericana, al menos en la superficie, exhibe
los rasgos de una sociedad pluralista y abierta propia del siglo XXI, puesto que
defiende valores éticos cívicos como la libertad, la igualdad y la solidaridad, que son
intrínsecos a los derechos humanos, además, valora la tolerancia activa, el diálogo y
el testimonio. Sin embargo, esto no implica que todos en estas sociedades compartan
los mismos valores y derechos, más bien, es responsabilidad de las instituciones y
organizaciones dentro de estas sociedades proteger y salvaguardar estos valores. Por
lo tanto, las sociedades latinoamericanas deben adoptar estos valores, respetar y
promover los derechos morales e integrarlos en su vida cotidiana, ya que el
incumplimiento de éstos daría lugar a la deslegitimación moral. Es posible y deseable
que la sociedad latinoamericana adopte valores de ética cívica por el nivel de ética que
han alcanzado las instituciones cívicas.
A pesar de las críticas predominantes a la inmoralidad presente en varios
sectores de nuestra sociedad, como la política, la prensa, los negocios y la educación,
no es imposible que las personas que ocupan estos cargos actúen con ética y
corrección. Si este fuera el caso, sugeriría que participar en cualquier organización o
actividad ciudadana también requeriría inmoralidad, esto significaría que la vida
humana es intrínsecamente inmoral y que no habría ética cívica. Para crear una
sociedad que valore la moralidad, es necesario que cada sector asuma su
responsabilidad y se esfuerce por actuar de manera ética. Es hora de centrarse en las
acciones y no solo en las demandas.
El espacio público y la ciudadanía son componentes esenciales de la vida
política y comunitaria, mientras que la ética cívica representa los principios éticos que
guían a los ciudadanos. En última instancia, ambos elementos tienen como objetivo
promover el pleno desarrollo de las personas como seres sociales. La ética cívica tiene
sus raíces en valores como la solidaridad, la inclusión, la equidad, la participación, el
trabajo en equipo, la corresponsabilidad, la compasión, el respeto y la convivencia,
que son particularmente importantes en sociedades que tienen una historia de
exclusividad, sectarismo, clasismo, racismo y colonialismo, como los que se
encuentran en América Latina. La ética cívica puede servir como una herramienta