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capacidad para conectarnos con los demás y con el mundo que nos rodea, empujándonos
más allá de nuestros límites actuales y abriendo nuevas posibilidades. La educación sirve
como una fuerza unificadora, uniéndonos para abordar desafíos comunes y brindándonos la
ciencia, el conocimiento y la innovación necesarios para un futuro socialmente inclusivo,
económicamente justo y ambientalmente sostenible.
Sin embargo, la educación no cumple con nuestras expectativas en todos los
rincones del mundo. A pesar de un mayor acceso a la educación en todo el mundo, todavía
existen numerosas exclusiones que privan a cientos de millones de niños, jóvenes y adultos
de su derecho fundamental a una educación de calidad. La discriminación persiste, a
menudo de forma sistemática, en función de factores como el género, la etnia, el idioma, la
cultura y las formas de conocimiento. La falta de acceso se ve agravada aún más por una
crisis importante: la educación formal con frecuencia no logra satisfacer las necesidades y
aspiraciones de los niños, los jóvenes y sus comunidades. La mala calidad de la enseñanza
sofoca la creatividad y la curiosidad, y las tasas de desvinculación y abandono escolar en
todos los niveles educativos resaltan las deficiencias del modelo educativo actual para
brindar experiencias de aprendizaje significativas y relevantes.
Aquellos que tienen acceso a la educación a menudo se encuentran mal equipados
para enfrentar los desafíos tanto del presente como del futuro. Además, los sistemas
educativos a menudo perpetúan condiciones que representan una amenaza para nuestro
futuro común, ya sea a través de la discriminación y la exclusión o estilos de vida
insostenibles, lo que limita el potencial transformador de la educación. Estos fracasos
colectivos subrayan la necesidad urgente de una nueva visión compartida, así como de
principios y compromisos renovados que puedan guiarnos hacia un sistema educativo más
inclusivo y sostenible.
Las familias, las comunidades y los gobiernos de todo el mundo son conscientes de
que, a pesar de sus defectos, las escuelas y los sistemas educativos crean oportunidades y
ofrecen vías para el progreso individual y colectivo. Tanto los gobiernos como las
organizaciones de la sociedad civil reconocen que la educación es un factor crucial, aunque
no el único, para impulsar el desarrollo, fomentar las habilidades y competencias laborales
y cultivar una ciudadanía comprometida y democrática. De hecho, la educación es con
razón un pilar de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que traza una visión
inclusiva para que la humanidad avance en el bienestar, la justicia y la paz para todos, al
mismo tiempo que establece relaciones sostenibles con el medio ambiente.
Las complejidades que rodean a la IA se amplifican aún más por el cambio
significativo hacia el aprendizaje en línea, que ha sido necesario por el cierre de las
instituciones educativas durante la pandemia de covid-19. Como resultado, la UNESCO ha
tomado medidas para proporcionar pautas que ayuden a los formuladores de políticas a
comprender mejor las posibles oportunidades e implicaciones de la IA en la educación. En
los últimos cinco años, la inteligencia artificial (IA) ha pasado de ser únicamente un tema
de investigación en el mundo académico a convertirse en un tema destacado del discurso